logob


La muralla del castro


En ausencia de calles rectas interiores, que llegarán de la mano de asentamientos romanos de nueva planta, la muralla de Castromao, además de como elemento defensivo, servía también de vía de comunicación principal a través de su adarve, facilitando la circulación de personas y bienes dentro del poblado, como prueban varias escaleras que dan acceso a él desde diferente barrios.
La muralla del castro reforzaba las buenas condiciones defensivas naturales del asentamiento, y aparecía complementada con otros elementos como fosos, terraplenes o parapetos. Otra dimensión de la muralla es la simbólica. La monumentalidad de este muro defensivo transmitía una idea de prestigio a los foráneos, anticipando los recursos económicos y el poder que tenía la comunidad a la que le daba protección. El conjunto de estructuras que ves aquí, aparentemente inconexas, fueron las primeras excavadas de todo el castro, en 1966. Las construcciones de la plataforma más baja forman un “barrio de tipología indígena” limitado por la propia muralla, y aparece separado por muros de contención y nivelación de otras construcciones que se levantan en las plataformas superiores.


Un horno portátil


Fue recuperado en el transcurso de las excavaciones de 1971. En el entorno no se documentaron goteras metálicas, pero sí moldes de fundición y molinos planos, usados posiblemente para triturar el mineral. La posibilidad de que sea un horno cerámico convencional es improbable por su pequeño tamaño. Por tanto pudo ser un aparato destinado a la fundición de mineral para obtener metales: oro, cobre o plata.


El trisquel calado

Junto con los motivos cordados, entrelazos o las figuras de guerreros, los trisqueles son elementos de la plástica castreña típicos del convento bracarense, esto es, del ámbito sudoeste de la cultura galaico-romana.

La complejidad técnica de estos motivos decorativos ponen de manifiesto una gran habilidad técnica por parte de los artesanos que los tallaron, lo que nos hace pensar incluso en una dedicación a tiempo completo.

En Castromao se encontraron varios trisqueles, el más conocido de todos, este, de infrecuente tipología calada, que gira sus tres brazos de izquierda la derecha. Su factura nos hace pensar que estuvo embutido en el muro de una cabaña de planta cuadrada, haciendo las veces de celosía durante la última etapa en la que estuvo habitado este sector del castro, allá por el s. II d. C.

Además de la función práctica, como celosía, el trisquel también puede ser interpretado en clave artística, ya que al ser iluminado por el sol provocaría su reflejo en una pared interior. Estos elementos pueden vincularse también al mundo religioso, en concreto al culto solar, algo muy frecuente en toda la Europa prehistórica, que acogió los distintos tipos de esvástica (rosetas, trisqueles de tres y cuatro brazos) como emblema identitario frecuente.