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Una aldea del Bronce


Los restos de ocupación más antiguas en Castromao datan de finales de la Edad del Bronce (entre el 700 y el 600 antes de Cristo), un momento en el que las cabañas se construían en materiales perecederos (madera, paja y barro), de ahí que esta arquitectura apenas deje rastro en el registro arqueológico. Esta etapa de la prehistoria coincide con la aparición de la metalurgia, una tecnología que revoluciona esta sociedad prehistórica. La nueva técnica permitió la fabricación de armas (espadas, puñales o alabardas por ejemplo), lo que explica la jerarquización de la sociedad y la creación de élites de gobierno de carácter militar.
Gracias a la metalurgia se intensificó también la actividad agrícola y forestal y la fabricación de aperos y útiles más avanzados y resistentes (arados, azadas o hoces). De ahí que los excedentes pasen a conservarse en fosas de grandes dimensiones excavadas en el suelo; en su interior, con frecuencia, aparecen molinos planos y naviformes, y también vasos cerámicos decorados en los que fueron encontrados restos de trigo, nabos, los repollos, berzas o incluso hierba.

Piedras decoradas

Coelióbriga, junto con otros lugares centrales del área bracarense (cómo Santa Tegra o Monte Mozinho) son los oppida galaicos en los que aparecieron más piedras decoradas. En la zona lucense no se conoce este tipo de arte decorativo. Buena parte de estas piezas se empotraban en las paredes o lucían en el contorno de los huecos (puertas, celosías o ventanas).

La plástica sobre piedra es un capital simbólico que ejerce de marcador social dentro de la comunidad, sobre todo a finales de la Edad del Hierro (entre el 450 antes de Cristo y el Año 0). Con la llegada de la romanización esta manifestación artística desaparecerá.

El simio
Esta figura zoomorfa fue encontrada formando parte de la cimentación del muro de una cabaña, una vez perdida la función simbólica con la que seguramente contaba así que rompió su cabeza, tal vez de manera intencionada. Representa a un simio sentado y encogido sobre sí mismo, que sujeta un objeto indeterminado entre los pies y las manos, e incluso parece que con estas quiere tapar la boca o los ojos. Fuera de las interpretaciones controvertidas y significado hipotético que pueda esconder, representa una pieza única dentro de la plástica escultórica castreña.